Jugando con el cuerpo podemos…
… movernos de dentro afuera, desde una necesidad orgánica y profunda que tiene su propia forma de expresión.
… expresarnos a través de movimientos espontáneos, que nacen de la memoria del cuerpo y que todas las personas en las condiciones adecuadas pueden hacerlos.
… sentir estos movimientos, pues producen en la persona que los hace, un placer sin precedentes y un deseo de repetición y expansión sin límites.
… sentir un estado de serenidad, gracias a la presencia de un grupo con la mirada libre de juicios; para que la persona pueda vivir su Juego como una oportunidad de afirmación de sí misma, sin necesidad de compararse a los demás. Sin interpretaciones sobre el propio trabajo, sólo queda el placer y la serenidad del movimiento.
… sentirnos Felices, Libres y Capaces, como alguien que se mueve desde su necesidad de expresión profunda e innata, como si fuera el agua de un río que, habiendo estado retenido en una presa durante mucho tiempo, volviera a su cauce natural con el placer y la infinita alegría de hacerlo.
Tener la posibilidad de expresarnos espontáneamente, sin juicio y sin objetivos, nos cubre una necesidad fundamental, que nos hace sentir serenos y vivos.